Las decisiones de alimentación y compras de estas navidades pueden llegar a ser una manera inigualable para darle un respiro al medio ambiente. Optar por productos de cercanía y sin envases, o consumir más vegetales y alargar la vida de lo que ya tenemos, son decisiones personales que luchan contra el cambio climático y van reparando la deuda que tenemos con la Tierra. Pero sobre todo son decisiones que dan información a empresas y políticas públicas de qué es lo que queremos y que productos
La crisis climática o la pérdida de biodiversidad son reflejos de esta presión sobre los ecosistemas naturales. Pandemias como las que estamos viviendo ahora, o la sucesión de efectos climáticos extremos, son algunas de sus consecuencias.
Somos lo que comemos
La comida será el centro de muchos momentos en nuestra navidad y también lo que tenga mayor impacto en ese déficit ambiental que acumulamos. La mayor parte de lo que tenemos en el frigorífico ha recorrido una media de mil kilómetros, y la mitad de estos alimentos acabarán desperdiciándose en algún momento de la cadena de producción alimentaria. Si unimos los gases de efecto invernadero que genera la producción de carne con la huella del desperdicio alimentario, tendremos la primera solución del calentamiento global, por encima incluso del transporte o la energía. De ahí la importancia de elegir productos de cercanía y priorizar las dietas basadas en vegetales, disminuyendo la proteína animal.
Envases y papel de regalo
Mucha de la comida y de lo que compramos en navidad vendrá envuelto en envases de un solo uso. La mayoría de plantas de reciclaje no están preparadas para tratar cualquier tipo de envase pero, de todas maneras, llega tanto plástico, cartón, latas o vidrios a los contenedores, que es díficil reciclarlo todo, siendo más rentable incinerar o enterrar esos residuos. Cada vez hay más personas que vivimos sin comprar nada que esté en envases de un solo uso, sea del tipo que sea. Es perfectamente posible y en muchos casos más económico. Simplemente, la clave es ir a mercados de barrio, tener hecha una rutina de dónde comprar y renunciar en algunas cosas que no son imprescindibles.
Y paseamos por esas calles cargados de paquetes envueltos en papeles que servirán apenas unos segundos antes de romperse y tirarse a la basura. El largo camino de producción y recursos para llegar a tener ese papel ha hecho que muchas personas opten por ser más originales envolviendo sus regalos, usando telas, papel de periódico o cajas que vuelven a usar una y otra vez… ¿te animas a aplicar la creatividad a la envoltura?
La huella de los regalos y la obsolescencia
La mayor parte de los regalos que se hacen, especialmente los electrónicos, tienen una obsolescencia programada… esto quiere decir que están diseñados para que puedan durar por un tiempo determinado y así tengamos que volver a comprar uno nuevo. Por otro lado, la obsolescencia percibida nos incita a comprar nuevos modelos sin ser realmente necesarios. Son minoritarias las alternativas para reparar artículos, por lo que continuamente se exportan toneladas de basura electrónica y basura textil a países del sur, acumulándose en incineradoras y vertederos, provocando contaminación ambiental y pobreza.
La mejor prenda de ropa que podemos regalar estas navidades es aquella que ya tenemos comprada y que quizás puede tener una vida más feliz en el armario de alguien que apreciamos! El mejor artículo electrónico es aquel que logramos reparar o del cual podemos llegar a prescindir.
¿Y si regalamos experiencias o algo que ya tenemos y que pueda ser significativo para otra persona?
Energía
Paseamos bajo cientos de luces de navidad de las calles, incrementando así la demanda de energía nocturna, lo que contrasta con las noticias sobre la subida de la luz y la necesidad de ser más eficientes. Hay ciudades que han optado por decorar sus calles con guirnaldas sin luces, reusables cada año, y también muchas personas lo hacen en sus casas.
La manera en la que cocinamos también puede reducir el consumo de energía en casa. Conocer el tiempo que nuestra placa de cocina y el horno continúan calentando a pesar de haberlos apagado (calor residual) nos puede permitir ahorrar unos minutos de energía, apagándolos antes de tiempo. Cocinar con la tapadera también puede ahorrar hasta un 40% de energía.
Ésta es la energía directa que consumimos… pero también hay mucha energía y emisiones que están incorporadas en lo que compramos (sobre todo cuando viene de lejos) o en cómo compramos (sobre todo cuando usamos comercios online en vez de tiendas de barrio)
Huella digital
Pasamos horas de videollamadas y tendemos cada vez más a las compras por internet. El mundo digital es la tercera causa de emisiones, y la huella climática de la principal plataforma de compra en línea (Amazon) fue mayor en 2019 que la de siete países de la Unión Europea juntos. Además, la decisión de comprar online para recibir el pedido en 24h en lugar de acudir a un comercio cercano, provoca ineficiencia en los camiones de reparto y una huella de transporte aún mayor. En cuanto a la parte social, desconocemos las condiciones laborales del personal de estas plataformas, así como la trazabilidad de los productos kilométricos que recibimos en nuestras casas. En pocas ocasiones sabemos quién lo ha fabricado, en qué condiciones, así cómo su impacto medioambiental. Por eso, escoger productos producidos cerca y comprar localmente es siempre una buena apuesta por el planeta y la comunidad en la que vivimos.
¿Y si reducimos el tiempo de videos online y compramos en tiendas de barrio?